
Autor: Ana Teresa Gutiérrez del Cid
Una vez consumado el ataque anglo-estadounidense a Irak y después de tres semanas de bombardeos continuos sobre las principales ciudades de este país, surge la reflexión de que esta invasión ilegal y sin causas legítimas es un evento que altera profundamente el orden internacional heredado de la segunda posguerra.
Uno de los principales asesores de defensa de la administración Bush, Richard Perle, declaró durante el curso del ataque: "el régimen de terror de Hussein está a punto de acabarse, pero no se irá solo, sino que se llevará consigo a la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Bueno, no a toda la ONU: las tareas de pacificación de bajo riesgo y humanitarias prevalecerán… lo que morirá es la fantasía de que la ONU es la base del nuevo orden mundial."1
Para este ideólogo de los neoconservadores estadounidenses, actualmente en el poder, este nuevo siglo será el "nuevo siglo americano", que, como se anotó al principio, será el siglo en que Estados Unidos reconfigurará geopolíticamente el mundo según su interés nacional, conforme a la versión de este sector republicano ligado a las industrias petrolera y militar.
Estas declaraciones son de franco corte hegemónico y representan una actitud de retroceso en los logros de la comunidad internacional después de la Segunda Guerra Mundial, periodo en el que se liberaron del colonialismo muchísimos países africanos y asiáticos; después de que China, gracias a la revolución maoísta de 1949, consolidara su proyecto nacionalista y la India se liberara del poder colonial británico como consecuencia de la lucha antiimperialista dirigida por Gandhi. Simplemente en 1960 se liberaron 14 países africanos del colonialismo europeo.
Estas luchas de liberación nacional objetivamente estaban favorecidas por el equilibrio de poder del modelo bipolar URSS/Estados Unidos, lo que permitía a los países en desarrollo un margen de negociación de sus intereses nacionales.
Pero hoy se asiste a la formación de un orden mundial mucho más injusto y que, desde el nombramiento del general estadounidense Jay Garner como administrador político de Irak, parece revivir el pasado colonialista de vastas áreas del Tercer Mundo que se creía superado para siempre.
En palabras de Luis Oviedo, "miles de iraquíes fueron masacrados por toneladas de bombas. Los kurdos y los palestinos verán reforzada su histórica opresión nacional. En Estados Unidos y Europa, a la sombra de la guerra, se refuerzan los aparatos represivos y de espionaje para aplastar las luchas de los trabajadores. En Rusia y China se reforzará la restauración del capital y la dominación de la oligarquía que se quedó con las empresas privatizadas. En América latina, en Asia y en África la guerra significará el reforzamiento de la opresión nacional, de las condiciones humillantes del sometimiento al capital financiero internacional, más hambre y más desempleo."2
Sin embargo, también ha crecido el fenómeno de la protesta social mundial en contra de este ataque, antes y después de la masacre y martirio de Irak. Según David North, "cientos de miles de personas en varias partes del mundo sienten repulsión por el espectáculo de un brutal e irrestringido poder militar que ha pulverizado a un país pequeño e indefenso. La invasión a Irak es una guerra imperialista en el clásico sentido del término: un vil acto de agresión que han llevado a cabo los sectores más reaccionarios y predatorios de la oligarquía financiera y corporativa de Estados Unidos. Su propósito evidente e inmediato es el establecimiento del control sobre los vastos recursos petroleros de Irak y la reducción de un país largamente oprimido a un protectorado colonial estadounidense".3
Desde los años treinta del siglo XX, cuando el nazi-fascismo de Hitler y Mussolini estuvo en el cenit de su poder e irracionalidad, no había enfrentado la comunidad mundial el despliegue de este tipo de gangsterismo internacional que exhibió la administración Bush.
El precedente histórico más directo de la violencia desencadenada contra Irak es la invasión de Polonia en 1939. La estrategia del Pentágono de "Choque y Pavor" tomó su inspiración de los métodos de blitzkrieg empleados por la Wehrmacht en el inicio de la Segunda Guerra Mundial.
El mismo régimen de Saddam Hussein fue, en su momento, un producto de los esfuerzos estadounidenses durante los años cincuenta, sesenta e incluso los setenta por liquidar cualquier inspiración de régimen nacionalista del tipo de Nasser en Egipto, de corte anticolonial, y de liquidar también los movimientos sociales que en este periodo pretendían modernizar y democratizar el Medio Oriente, combatiendo la visión arcaica, oscurantista y dogmática; visión que hoy se ha forjado en Occidente con respecto a los pueblos árabes, intentando así justificar su invasión en nombre de "llevarles la democracia", lo que en realidad es una ironía, ya que la administración Bush que pretende "democratizar al Medio Oriente", ha sido tachada de fraudulenta y sólo accedió al poder después de un mes de lucha política en Estados Unidos.
Esa imagen de oscurantismo con la que se caracteriza en Occidente a los pueblos árabes, se pretende presentar como si fuera algo intrínseco y como esencia de esta cultura. El argumento de que Occidente puede acarrear mediante su intervención militar una cultura democrática pretende borrar el hecho de que en su momento, después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y el Occidente desarrollado combatieron los movimientos modernizadores porque se identificaban con fuerzas progresistas en contra de los sectores conservadores de terratenientes, que son básicamente los que levantaron la bandera del fundamentalismo religioso y del combate a cualquier fuerza de izquierda en la región.
Así, Occidente y Estados Unidos en particular, por ser la potencia capitalista dominante después de 1945, combatieron los movimientos sociales desde Egipto a Afganistán, por medio de alianzas y el apoyo a las fuerzas más conservadoras ya mencionadas; ejemplos de ello son el apoyo a la monarquía saudí-árabe y su estrecha alianza por décadas para impedir revoluciones en la zona, como la revolución afgana de 1979 a la cual se le combatió con la rama del fundamentalismo más virulento: el talibán.
Irak no fue la excepción. El golpe de Estado del 8 de febrero de 1963 que derrocó el régimen nacionalista de Qasim y llevó al poder al partido Baath, fue organizado con apoyo de la CIA. A este respecto, el rey Hussein de Jordania decía al periodista egipcio Mohamed Haikal que él sabía con certeza que el golpe de Estado que llevó al partido Baath al poder tuvo el apoyo de la inteligencia estadounidense y en gran medida con el objetivo de exterminar a la izquierda iraquí."4
Saddam Hussein, siendo la mayor figura en el partido Baath, en 1979 llevó a cabo una sangrienta purga de comunistas iraquíes que tuvo un papel crucial en su consolidación en el poder. Posteriormente fue apoyado y armado por Estados unidos para declarar la guerra a Irán, debido a su revolución islámica y anti-estadounidense.
Pero no importando la poca legitimidad de la figura de Hussein, el intento de invocar los ideales democráticos como una excusa para atacar hoy a Irak ignora un principio democrático esencial: el de la autodeterminación nacional. Por ello la invasión y conquista del país, y el establecimiento de un protectorado, militar constituyen una completa violación de la soberanía nacional de Irak.
Al respecto, debe subrayarse la doctrina estratégica estadounidense de la "guerra preventiva", proclamada por Washington en diciembre de 2002; por medio de ella, el actual el gobierno estadounidense se reserva el derecho de atacar a cualquier país que juzgue como una amenaza, así sea potencial, a los interese estadounidenses. Es una doctrina que adopta la guerra y la conquista como política legítima, lo cual representa una regresión moral y una política peligrosísima. Además, desde la Primera Guerra Mundial se ha desarrollado un cuerpo significativo de leyes internacionales basadas en las experiencias trágicas de las dos guerras mundiales.
Ya se tipificó, debido a estas guerras, el denominado delito "culpa de guerra", debido al análisis a posteriori de la conducta expansiva y belicista de la Alemania nazi. Un abogado estadounidense, Telford Taylor, escribió con respecto a los principios del Tribunal de Nuremberg, que "planear y desencadenar una guerra agresiva es ilegal, cualesquiera que sean los factores que ocasionen su planeación y desencadenamiento".5 Esto fue un precedente legal mayor, en 1946 durante los juicios del Tribunal de Nuremberg.
Toda esta experiencia acumulada en las luchas y las guerras del siglo XX no es en vano. Ha dado a la humanidad invaluables lecciones políticas; tal vez la más importante es la comprensión del significado y las implicaciones de los ataques con carácter imperial. El intento de la administración Bush de reimponer el orden colonial debe ser evaluado en toda su peligrosidad para los proyectos nacionales de los países en desarrollo, tan golpeados ya por las políticas neoliberales.
Así, a manera de conclusión se debe señalar que lo que está en juego supera el caso iraquí; lo que se está definiendo es todo el sistema de relaciones internacionales heredado de la Guerra Fría.
El caso de Irak, que enfrentó en dos bloques a los miembros del Consejo de Seguridad y sus aliados —por una parte Estados Unidos, Inglaterra, España y Portugal y por otra Alemania, Francia, Rusia y China—, en realidad lo que define es "el destino de la Unión Europea (UE), de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y hasta de la propia Organización de las Naciones Unidas (ONU). Francia y Alemania adoptaron una "posición intransigente" frente a Estados Unidos cuando advirtieron que los estadounidenses habían logrado armar un bloque político dentro de Europa que amenazaba su propio liderazgo en el continente y que planeaba, en última instancia, su completa subordinación a Estados Unidos."6
Así, Oviedo plantea que la división de bloques llevó al Consejo de Seguridad de la ONU a un "punto muerto… lo que revela que la crisis mundial no puede ser resuelta en el actual contexto de las relaciones internacionales."7
La UE ha emergido fracturada de esta guerra, lo que ha sido una prioridad política para Estados Unidos desde hace mucho tiempo.
Francia y Alemania ya advirtieron a España y a Portugal que no seguirán subsidiando el desarrollo de estos países mediante las llamadas políticas de solidaridad. Los países de Europa del Este tendrán subsidios reducidos y "no tendrán los mismos derechos que España y Portugal en los años ochenta cuando ingresaron a la UE".8
Francia y Alemania ya vuelven a hablar sobre la realidad de una "Europa de dos velocidades", en lugar del anterior concepto de homogeneización. En esta nueva concepción, los aliados de Estados Unidos serán excluidos de la unión política.
Para países como México, el peligro económico reside en que el control estadounidense sobre el petróleo iraquí abaratará el crudo y, por lo tanto, los ingresos de los grandes exportadores caerán. Debido a esta caída de la renta petrolera y bajo la presión de la deuda externa, el gobierno de México puede caer en la tentación de privatizar sus yacimientos.
Notas:
1 Richard Perle, "Thank God for the Death of the UN", The Guardian, marzo21, 2003, p.1.
2 Luis Oviedo, "No sólo en Bagdad habrá un cambio de régimen", Prensa Obrera 792, 13/03/2002, p.1.
3 David North, "The Crisis of American Capitalism and the War Against Irak", Revista World Socialist, 21/03/03, p.1.
4 Hanna Batata, "The Old Social Classes and the Revolutionary Movements of Irak", Princeton, 1978, pp. 985-86.
5 Telford Taylor, The Anatomy of the Nuremberg Trials, New Cork, 1992, pp. 51-52.
6 Luis Oviedo, Op cit, p.1.
7 Ibidem.
8 Ibid.
Taller
1. Realiza una síntesis del texto anterior.
2. Elabora un paralelo entre el orden mundial establecido después de la II Guerra Mundial y el planteado por Ana Teresa Gutiérrez del Cid en su texto.
3. Determina qué posibilidades hay que en Suramérica suceda lo mismo que en Irak. Recuerda las bases militares en Colombia y la confrontación ideológica y política en el cono sur.